Cuando tenemos que tomar un jarabe para la tos, la gripe o cualquier otra afección, es posible que recurramos a una cuchara casera para medir la dosis. Sin embargo, este hábito puede ser peligroso y provocar errores en la cantidad de medicamento que ingerimos. ¿Por qué es mejor usar los dosificadores que vienen con el envase del jarabe? Te lo explicamos a continuación.
Las cucharas caseras no son precisas
Según un estudio publicado en la revista Annals of Internal Medicine, usar cucharas caseras para dosificar el jarabe provoca errores en la dosis que pueden llegar a ser significativos. Los investigadores realizaron un experimento con 195 estudiantes universitarios a los que se les prescribió 5 ml de jarabe y se les pidió que depositaran esa cantidad en una cuchara mediana y en otra grande. Después, se midió el contenido de ambas cucharas y se encontró que la dosis era un 8% menor de la correcta cuando utilizaron la cuchara mediana y hasta un 11% mayor cuando emplearon la cuchara grande. Y eso que los participantes habían sido entrenados previamente para calcular bien la dosis.
Esto demuestra que las cucharas caseras no son precisas para medir el jarabe y que pueden variar según el tamaño, la forma y el material de las mismas. Además, muchas personas tienden a compensar la aparente escasez o abundancia de medicamento con una nueva dosis, lo que aumenta el riesgo de sobredosis o subdosis.
Las dosis de jarabe dependen del peso y la edad
Otra razón por la que no es recomendable usar las cucharas caseras para tomar jarabe es que las dosis de medicamento dependen del peso y la edad del paciente, especialmente en el caso de los niños. Según el doctor Juan Casado, jefe de Servicio del Hospital Infantil del Niño Jesús y profesor de pediatría de la Universidad Autónoma de Madrid, «los medicamentos en los niños se dosifican por el peso, casi todos, algunos por la superficie corporal, que es en función del peso y la talla. La dosis por tanto es fija para el peso y no puede administrarse una cantidad aproximada, sino la que corresponda. Por ello debe medirse con un medidor, una jeringuilla o con el dosificador, y nunca aproximada. La cuchara de alimentación puede emplearse sólo como vehículo no como dosificador».
Si usamos una cuchara casera para darle jarabe a un niño, podemos estar administrándole una cantidad insuficiente o excesiva de medicamento, lo que puede afectar a su eficacia y a su seguridad. Una subdosis puede hacer que el jarabe no tenga el efecto deseado y que la enfermedad se prolongue o se agrave. Una sobredosis puede provocar efectos secundarios indeseados e incluso intoxicaciones.
Los envases de jarabe traen sus propios dosificadores
La mejor forma de evitar los errores en la dosificación del jarabe es usar los dosificadores que traen los propios envases del medicamento. Estos pueden ser cucharas especiales, jeringuillas o vasitos graduados que indican la cantidad exacta de jarabe que hay que tomar según el peso y la edad del paciente. Estos dosificadores son precisos, fáciles de usar y evitan el contacto directo con el jarabe, lo que reduce el riesgo de contaminación.
Los investigadores del estudio citado anteriormente concluyen que “la eficacia de un fármaco está asociada a su correcta dosificación es muy importante concienciar a los enfermos o a los familiares de los mismos de la necesidad de que no recurran a las cucharas caseras para consumirlos y en cambio empleen los dosificadores que adjuntan los medicamentos”.
Por lo tanto, la próxima vez que tengas que tomar un jarabe, no uses una cuchara casera. Usa el dosificador que viene con el envase y sigue las instrucciones del prospecto o del médico. Así te asegurarás de tomar la dosis adecuada y de cuidar tu salud.