Esto sucede porque los gases que componen el aire (nitrógeno, oxígeno, CO2, etc.) se comienzan a expandir a mayor altitud. Cuando estamos a nivel del suelo, los gases están agrupados, por eso, resulta fácil para nuestros pulmones absorber el oxígeno del aire.
Sin embargo, cuando comenzamos a ir cuesta arriba, los gases se dispersan y resulta más difícil asimilar el oxígeno.
Por eso, cuando una persona acostumbrada a vivir en el llano visita lugares con bastante altura, le produce soroche, que se manifiesta con mareos, dolor de cabeza, falta de apetito, náuseas y vómitos.