La guerra entre Rusia y Ucrania es uno de los conflictos más graves y complejos que ha vivido Europa en las últimas décadas. Se trata de una disputa que tiene raíces históricas, políticas, económicas y geoestratégicas, y que ha puesto en riesgo la estabilidad y la seguridad del continente.
El origen del conflicto se remonta a 2013, cuando el entonces presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, rechazó firmar un acuerdo de asociación con la Unión Europea (UE) y optó por acercarse a Rusia, lo que desató una ola de protestas populares en el país. Estas protestas, conocidas como el Euromaidán, derivaron en una revolución que derrocó a Yanukovich en febrero de 2014 y lo sustituyó por un gobierno proeuropeo.
La reacción de Rusia no se hizo esperar: en marzo de 2014, el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó la anexión de Crimea, una península ucraniana con mayoría de población rusa y de gran importancia estratégica por su acceso al mar Negro. La anexión fue condenada por la comunidad internacional, que impuso sanciones económicas a Rusia.
Pero la intervención rusa no se limitó a Crimea: poco después, estalló un conflicto armado en el este de Ucrania, donde las regiones de Donetsk y Lugansk se declararon independientes con el apoyo de milicias prorrusas y tropas rusas encubiertas. El gobierno ucraniano lanzó una operación militar para recuperar el control de estos territorios, pero se encontró con una fuerte resistencia.
Desde entonces, el conflicto se ha prolongado durante años, con altos y bajos, violando los acuerdos de paz firmados en Minsk en 2015. Según la ONU, más de 13.000 personas han muerto y más de un millón han tenido que huir de sus hogares.
Las tensiones se han recrudecido en los últimos meses, después de que Ucrania presionara a la OTAN para formar parte del conglomerado de Estados miembros. La expansión de la Alianza Atlántica hacia el este de Europa incluye a países como Polonia, Lituania, Letonia y Estonia, lo que ha sido visto por Rusia como una amenaza a su seguridad e influencia.
En enero de 2022, Putin reconoció oficialmente a las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk como Estados soberanos y anunció el envío de soldados a Donbás para protegerlos del ejército ucraniano. El 24 de febrero, Rusia inició una «operación militar especial» en Ucrania, atacando desde varios frentes: desde Belarús, desde territorio ruso y desde Crimea.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, denunció ataques con misiles de crucero desde territorio ruso y anunció la ruptura de las relaciones diplomáticas con el gobierno de Putin. La Unión Europea describió la situación como «uno de los momentos más oscuros en Europa desde la Segunda Guerra Mundial» y prometió sanciones «masivas» contra Rusia.
La guerra entre Rusia y Ucrania ha generado una grave crisis humanitaria, política y económica en ambos países y ha provocado una escalada de tensión entre las potencias occidentales y Moscú. Se trata de un conflicto que pone en juego el futuro de Europa y el orden mundial.