Un día antes de que se confirmara el hallazgo de los cuerpos de 13 trabajadores asesinados en una bocamina de Pataz, Miguel Antonio Rodríguez Díaz, alias ‘Cuchillo’, organizó una gran fiesta en su natal Buena Vista Alta, en Áncash. Acompañado por su familia y protegido por sicarios armados, contrató dos orquestas y repartió cerveza en todo el pueblo. Era sábado 3 de mayo y aún no estallaba la noticia que lo señalaría como el autor del crimen.
Rodríguez, conocido por muchos como el “Pablo Escobar de Casma” por sus obras sociales en la comunidad y su relación con la minería ilegal, fue captado horas después en el Aeropuerto Jorge Chávez. Acompañado por una hermana, abordó un vuelo hacia Bogotá la madrugada del lunes 5, cuando ya se sabía públicamente de la matanza. Según Migraciones, no fue intervenido porque no tenía orden de captura ni requisitoria vigente.
El múltiple asesinato ocurrió el 26 de abril, cuando un grupo de seguridad enviado a recuperar mineral ilegalmente extraído fue emboscado por hombres armados vinculados a ‘Cuchillo’. Trece trabajadores fueron capturados, torturados y ejecutados dentro del socavón 2520 en el anexo Santa María. Las víctimas pertenecían a la empresa R&R, del empresario minero Segundo Cueva Rojas.
El perfil de Rodríguez combina su experiencia como exmilitar con un prontuario vinculado a la minería ilegal. Empezó como agente de seguridad privada, pero luego pasó a controlar operaciones ilícitas en Pataz, donde habría ordenado la eliminación de todo aquel que obstaculizara sus intereses. Ya estaba en la mira policial por su implicancia en al menos diez homicidios anteriores.
Pese a su historial, su figura era respetada en su pueblo por su apoyo económico a la comunidad. Sin embargo, tras la revelación de su implicancia en la masacre de Pataz, su paradero internacional preocupa a las autoridades peruanas, que ahora buscan su captura en coordinación con Colombia. La justicia lo alcanzará, aseguran fuentes de inteligencia.