El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó la primera bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, causando la muerte de más de 70.000 personas al instante. Tres días después, lanzó otra bomba sobre Nagasaki, matando a otras 40.000 personas. Fueron los únicos ataques nucleares en la historia de la humanidad y pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial.
¿Qué motivó a Estados Unidos a usar este arma tan devastadora? Según la justificación oficial, el objetivo era forzar al gobierno japonés a rendirse incondicionalmente, lo que hizo el 14 de agosto de 1945¹. Japón se negaba a capitular a pesar de los bombardeos incendiarios que habían arrasado varias ciudades, como Tokio, donde murieron más de 100.000 personas en una sola noche².
Estados Unidos temía que una invasión terrestre de Japón causara muchas bajas entre sus soldados y prolongara la guerra. Por eso, optó por usar la bomba atómica como una forma de acelerar el final del conflicto y ahorrar vidas estadounidenses. Sin embargo, algunos historiadores han especulado que las bombas también tenían otro propósito: enviar un mensaje a la Unión Soviética sobre la fuerza militar estadounidense¹.
En ese momento, Estados Unidos y la Unión Soviética eran aliados contra el Eje, pero también rivales ideológicos y geopolíticos. El 8 de agosto de 1945, dos días después del bombardeo de Hiroshima, los soviéticos declararon la guerra a Japón y entraron en Manchuria, una región disputada entre ambos países³. Es posible que el presidente Harry Truman ordenara lanzar la segunda bomba sobre Nagasaki no solo para presionar más a Japón, sino también para disuadir a los soviéticos de expandirse por Asia y mostrarles el poderío estadounidense⁴.
Así, las bombas atómicas sobre Japón no solo marcaron el final de la Segunda Guerra Mundial, sino también el inicio de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Fueron un acto de violencia sin precedentes que dejó una huella imborrable en la historia y en la conciencia humana.