Las luchas entre gladiadores romanos eran uno de los espectáculos más populares y apasionantes de la antigua Roma. Estas peleas se celebraban en grandes anfiteatros como el Coliseo, donde miles de espectadores disfrutaban de la destreza, la fuerza y el valor de los combatientes. Pero, ¿cómo eran realmente estas luchas? ¿Qué reglas seguían? ¿Qué tipos de gladiadores existían? ¿Qué origen tenían estos combates? En este artículo te lo contamos todo.
El origen de los gladiadores
En su origen, los gladiadores eran una costumbre funeraria de los etruscos, un pueblo del que descienden los romanos. Los gladiadores, generalmente prisioneros, luchaban entre sí mientras el cadáver del difunto ardía en una pira funeraria. Se podría considerar a estas batallas durante los entierros etruscos las primeras luchas de gladiadores.
Con el tiempo, los romanos adoptaron esta tradición y la convirtieron en un espectáculo público que se ofrecía en ocasiones especiales, como las fiestas religiosas o las celebraciones políticas. Los primeros combates de gladiadores en Roma se remontan al año 264 a.C., cuando tres parejas de gladiadores lucharon en el Foro Boario en honor a Junio Bruto Pera. A partir de entonces, los juegos gladiatorios se hicieron cada vez más frecuentes y espectaculares, llegando a su apogeo durante el Imperio.
El Coliseo y otros anfiteatros
El Coliseo de Roma fue el mayor y más famoso anfiteatro del mundo romano. Fue construido por los emperadores de la dinastía Flavia entre los años 72 y 80 d.C., y podía albergar a unos 50.000 espectadores. Su inauguración fue celebrada por el emperador Tito con unos impresionantes juegos de cien días en los que participaron más de 9.000 gladiadores y fieras.
El Coliseo era el escenario principal de las luchas de gladiadores en Roma, pero no el único. Había otros anfiteatros más antiguos y más pequeños, como el Anfiteatro de Estatilio Tauro o el Anfiteatro Castrense. Además, en las provincias del Imperio se construyeron muchos otros anfiteatros siguiendo el modelo del Coliseo, como el de Nimes, el de Arlés o el de Pompeya.
Las reglas y el ritual de las luchas
Las luchas de gladiadores no eran una carnicería sin sentido, sino que estaban sometidas a unas reglas y un ritual estrictos. Los combates se anunciaban con antelación mediante carteles que indicaban el lugar, la fecha, el nombre y el tipo de los gladiadores que participarían. El día anterior a la pelea, los gladiadores ofrecían una cena pública ( cena libera) en la que el pueblo podía verlos y admirarlos.
El día del espectáculo, los gladiadores desfilaban por la arena saludando al organizador ( editor) y al público con la frase «Ave, Caesar, morituri te salutant» («Salve, César, los que van a morir te saludan»). Luego se sometían a una inspección por parte de un árbitro ( summa rudis) que comprobaba sus armas y su equipamiento. Después se iniciaban los combates, que solían durar entre tres y seis días.
Los combates se dividían en tres partes: por la mañana se celebraban las cacerías ( venationes), en las que cazadores profesionales ( venatores) se enfrentaban a animales salvajes traídos de diferentes partes del Imperio; al mediodía se ejecutaba a los condenados a muerte ( damnati ad bestias) que eran devorados por las fieras o crucificados; y por la tarde se disputaban las luchas de gladiadores propiamente dichas ( munera gladiatoria).
Los gladiadores luchaban entre sí con una variedad de armas, que podían incluir espadas, lanzas, tridentes y escudos. Los «retiarius» luchaban con una red y un tridente, mientras que los «secutores» llevaban un casco con forma de pez y una espada corta. Los «mirmillones» se inspiraban en los guerreros galos y llevaban un casco con cresta y una espada larga. Los «tracios» usaban un escudo pequeño y curvo y una daga curva. Los «samnitas» se equipaban con un escudo rectangular y una espada recta. Los «hoplomachus» imitaban a los soldados griegos y portaban una lanza, un escudo redondo y una daga.
Los combates solían enfrentar a gladiadores de diferentes tipos, para crear más emoción y variedad. Los gladiadores debían luchar con valor, destreza y resistencia, sin mostrar miedo ni piedad. Si uno de ellos resultaba herido o se rendía, podía pedir clemencia alzando el dedo índice. Entonces el árbitro detenía el combate y consultaba al editor, que a su vez se guiaba por la reacción del público. Si el público mostraba el pulgar hacia arriba ( pollice verso), el gladiador era perdonado y podía retirarse de la arena. Si el público mostraba el pulgar hacia abajo ( pollice compresso), el gladiador era condenado a morir y debía recibir el golpe de gracia de su rival sin quejarse.
El destino de los gladiadores
La mayoría de los gladiadores eran esclavos, prisioneros de guerra o criminales que eran vendidos o cedidos a las escuelas de gladiadores ( ludus), donde recibían un entrenamiento especializado y una dieta adecuada. Algunos gladiadores eran hombres libres que se ofrecían voluntariamente para luchar, ya fuera por dinero, por fama o por gusto. Estos eran llamados «auctorati».
Los gladiadores vivían en condiciones duras y peligrosas, sometidos a una estricta disciplina y vigilancia. Su esperanza de vida era muy baja, ya que podían morir en cualquier combate o sufrir graves heridas que les impedirían seguir luchando. Sin embargo, algunos gladiadores lograban sobrevivir a varias peleas y ganarse el favor del público y el respeto de sus compañeros. Estos gladiadores podían recibir premios en metálico, regalos e incluso la libertad.
Los gladiadores que obtenían la libertad recibían un palo de madera ( rudis) como símbolo de su emancipación. Estos eran llamados «rudiarii». Algunos de ellos seguían vinculados al mundo de los juegos como entrenadores, árbitros o incluso como combatientes ocasionales. Otros se retiraban a una vida tranquila o se dedicaban a otras actividades.
Los gladiadores más famosos
A lo largo de la historia de Roma hubo muchos gladiadores que destacaron por su habilidad, su carisma o su fama. Algunos de ellos son:
Espartaco: Fue el líder de la mayor rebelión de esclavos contra Roma, conocida como la guerra de los gladiadores o la tercera guerra servil. Era un tracio que había sido capturado por los romanos y vendido como gladiador. En el año 73 a.C., escapó junto con otros 70 compañeros del ludus de Capua y se refugió en el monte Vesubio, donde reunió a miles de esclavos dispuestos a luchar por su libertad. Durante dos años, Espartaco y sus seguidores derrotaron a varios ejércitos romanos y recorrieron Italia sembrando el pánico. Finalmente, fueron derrotados por Marco Licinio Craso en el año 71 a.C., cerca del río Silario. Espartaco murió en combate y sus seguidores fueron crucificados a lo largo de la vía Apia.
Spiculus: Fue uno de los gladiadores más populares y admirados por el emperador Nerón, que le prodigó palacios, riquezas y esclavos. Spiculus era un experto en el combate con espada y escudo, y derrotó a muchos rivales en la arena. Cuando Nerón fue derrocado en el año 68 d.C., le pidió a Spiculus que lo ejecutara, pero este se negó. Nerón se suicidó y Spiculus fue asesinado por la turba que destrozó las estatuas del emperador.
Marco Atilio: Fue un gladiador voluntario que se enroló en una escuela de gladiadores para saldar sus deudas. En su primer combate, se enfrentó a un veterano que había ganado 16 peleas, llamado Aptonetus, y lo venció. Luego derrotó a otros dos gladiadores famosos, Hilario y Lucio Félix, que pertenecían al emperador Nerón. Marco Atilio se convirtió en una leyenda por su valentía y su habilidad.
Vero y Prisco: Fueron los protagonistas del primer combate entre gladiadores en el Coliseo Romano, en el año 80 d.C. Su pelea fue tan larga e intensa que ambos se rindieron al mismo tiempo, bajando sus armas como signo de respeto mutuo. El emperador Tito quedó impresionado por su gesto y les concedió la libertad a los dos, entregándoles un palo de madera como símbolo de su emancipación.
Flama: Fue un gladiador sirio que luchaba como secutor. Se dice que participó en 34 combates, de los cuales ganó 21, empató 9 y perdió 4. Fue cuatro veces campeón ( tetracampeón) y recibió cuatro palos de madera, pero rechazó la libertad y siguió luchando hasta su muerte a los 30 años.
Estos son solo algunos ejemplos de los gladiadores más famosos de la antigua Roma, pero hubo muchos otros que también dejaron su huella en la arena y en la historia.
Conclusión
Las luchas entre gladiadores romanos eran un espectáculo fascinante que reflejaba los valores y las contradicciones de la sociedad romana. Los gladiadores eran al mismo tiempo esclavos y héroes, despreciados y admirados, odiados y amados. Sus combates eran una mezcla de violencia y arte, de crueldad y nobleza, de vida y muerte. Las luchas entre gladiadores romanos forman parte del legado cultural de Roma que aún hoy nos sigue cautivando.