Los libros electrónicos son archivos digitales que contienen textos e imágenes y que se pueden leer en dispositivos electrónicos como ordenadores, tabletas, teléfonos inteligentes o lectores de libros electrónicos. Los libros electrónicos ofrecen ventajas como la portabilidad, la accesibilidad, la interactividad o la personalización, pero también plantean desafíos como la protección de los derechos de autor, la preservación digital o la adaptación a los nuevos formatos.
Pero, ¿cómo surgieron los libros electrónicos? ¿Quiénes fueron sus pioneros y cómo se desarrollaron hasta llegar a ser lo que son hoy en día? Aquí te contamos la historia de los libros electrónicos, desde sus orígenes hasta su consolidación como una alternativa al libro impreso.
El origen de los libros electrónicos
El concepto de libro electrónico se ideó por primera vez en 1930, aproximadamente al mismo tiempo que los libros de bolsillo aparecieron por primera vez en los estantes. El escritor y visionario estadounidense Bob Brown propuso en su ensayo «The Readies» la creación de una máquina que permitiera leer textos en una pantalla con un tamaño ajustable y una velocidad regulable. Brown imaginaba un futuro en el que los libros serían liberados del papel y se convertirían en «readies», es decir, listos para ser leídos.
Sin embargo, el primer libro electrónico tal como lo conocemos hoy en día no se creó hasta 1971, cuando el informático estadounidense Michael Hart fundó el Proyecto Gutenberg, una biblioteca gratuita de libros digitales con una colección de más de dos mil ejemplares entre los que se encuentra un gran número de obras clásicas. Hart aprovechó el acceso a una computadora Xerox Sigma V en la Universidad de Illinois para digitalizar el texto de la Declaración de Independencia de Estados Unidos y distribuirlo por correo electrónico. Así nació el primer libro electrónico de la historia.
El desarrollo de los libros electrónicos
Los libros electrónicos siguieron evolucionando a lo largo de las décadas siguientes, gracias al avance de la tecnología y al interés de diversos autores e instituciones. En 1985, el escritor argentino Julio Cortázar publicó su novela «Rayuela» en formato digital, convirtiéndose en uno de los primeros autores latinoamericanos en hacerlo. En 1993, la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos inició el Programa Nacional de Preservación Digital, con el objetivo de digitalizar sus colecciones y facilitar su acceso al público.
En 1998, se lanzaron al mercado los primeros lectores de libros electrónicos comerciales: el Rocket eBook y el SoftBook. Estos dispositivos tenían una pantalla LCD monocromática y una memoria interna que podía almacenar varios libros. Sin embargo, su precio era elevado y su autonomía limitada. En 2004, Sony lanzó el Librié, el primer lector con pantalla de tinta electrónica, que ofrecía una mayor calidad visual y un menor consumo energético.
En 2007, Amazon revolucionó el mercado con el lanzamiento del Kindle, un lector de libros electrónicos con conexión inalámbrica a internet que permitía descargar libros desde su tienda online. El Kindle se convirtió en un éxito de ventas y popularizó el uso de los libros electrónicos entre los lectores. Desde entonces, han surgido otros modelos y marcas de lectores, así como otras plataformas y formatos para distribuir y leer libros electrónicos.
Los libros electrónicos hoy en día
Hoy en día, los libros electrónicos son una realidad consolidada que convive con el libro impreso. Según un informe del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), en 2019 se publicaron más de 1 millón de títulos digitales en español, lo que representa un 22% del total de títulos publicados. Además, según un estudio del Observatorio de la Lectura y el Libro (OLL), el 28% de los españoles mayores de 14 años leyeron algún libro electrónico en 2020.
Los libros electrónicos han supuesto una transformación tanto para los lectores como para los autores y las editoriales. Los lectores pueden acceder a una mayor oferta de libros, con precios más bajos y mayor comodidad. Los autores pueden publicar sus obras sin intermediarios, con mayor control y mayores beneficios. Las editoriales pueden reducir sus costes de producción y distribución, así como ampliar su mercado y llegar a nuevos públicos.
Los libros electrónicos también plantean nuevos retos y oportunidades para el sector del libro. Por un lado, es necesario garantizar la calidad de los contenidos, el respeto a los derechos de autor y la preservación digital de las obras. Por otro lado, es posible aprovechar las ventajas de los formatos digitales para crear libros más interactivos, multimedia y personalizados, que enriquezcan la experiencia de lectura y fomenten el hábito lector.