El agua potable es el agua que puede ser consumida sin riesgo para la salud, ya sea para beber o para preparar alimentos. El agua potable debe cumplir con unos estándares de calidad que garanticen su pureza y su inocuidad, es decir, que no contenga sustancias tóxicas, microorganismos patógenos, partículas en suspensión o radiactividad.
El agua potable se obtiene a partir de fuentes naturales o artificiales de agua dulce, como ríos, lagos, pozos o desalinización del agua de mar. Sin embargo, no toda el agua dulce es potable, ya que puede estar contaminada por agentes químicos, biológicos o físicos. Por eso, el agua debe ser sometida a un proceso de potabilización que la haga apta para el consumo humano.
El proceso de potabilización consiste en una serie de etapas que pueden variar según la calidad del agua de origen y el método empleado. Algunas de las etapas más comunes son las siguientes:
Captación: se extrae el agua de la fuente natural o artificial y se la conduce hasta la planta de tratamiento mediante tuberías o canales.
Pretratamiento: se eliminan las partículas gruesas y los sólidos flotantes mediante rejillas, tamices o desarenadores.
Coagulación-floculación: se añaden sustancias químicas llamadas coagulantes que hacen que las partículas finas se aglutinen y formen flóculos más grandes y pesados que se pueden separar por decantación o sedimentación.
Filtración: se hace pasar el agua por filtros de arena, grava, carbón activado u otros materiales que retienen las partículas más pequeñas que no se han eliminado en la etapa anterior.
Desinfección: se elimina o inactiva a los microorganismos que puedan causar enfermedades mediante la adición de cloro, ozono, luz ultravioleta u otros agentes desinfectantes.
Acondicionamiento: se ajustan las características físico-químicas del agua, como el pH, la dureza, el sabor o el olor, mediante la adición o eliminación de sustancias como cal, ácido sulfúrico, flúor o carbón activado.
Almacenamiento y distribución: se almacena el agua potable en tanques o depósitos y se la distribuye a través de una red de tuberías hasta los puntos de consumo.
El agua potable es un recurso vital para la vida humana y para el desarrollo de las sociedades. Por eso, es importante cuidar su calidad y su cantidad, evitando su contaminación y su desperdicio. El acceso al agua potable es un derecho humano reconocido por las Naciones Unidas y un desafío global que requiere la cooperación y la responsabilidad de todos.