Los océanos son masas de agua salada que cubren más del 70% de la superficie de la Tierra. Sin embargo, no todos los océanos tienen la misma salinidad, es decir, la misma cantidad de sales disueltas en el agua. La salinidad media de los océanos es de unos 35 gramos por litro, pero varía según las regiones y las condiciones climáticas. De las cinco cuencas oceánicas principales, el océano Atlántico es el más salado, con una salinidad media de unos 37 gramos por litro, mientras que el océano Pacífico es el menos salado, con una salinidad media de unos 34 gramos por litro. ¿A qué se debe esta diferencia? Te lo explicamos a continuación.
La salinidad de los océanos depende de dos factores principales: el balance entre la entrada y la salida de agua y el intercambio de agua entre las distintas cuencas oceánicas.
El balance entre la entrada y la salida de agua se refiere a la diferencia entre la cantidad de agua que se añade o se quita a los océanos por diversos procesos. Estos procesos son:
- La precipitación: cuando llueve o nieva sobre los océanos, se añade agua dulce al agua salada, lo que disminuye la salinidad.
- La evaporación: cuando el sol calienta la superficie del océano, se produce vapor de agua que pasa a la atmósfera, lo que aumenta la salinidad al dejar atrás las sales disueltas.
- El deshielo: cuando se derriten los glaciares o los casquetes polares, se libera agua dulce al océano, lo que reduce la salinidad.
- El congelamiento: cuando se forma hielo marino en las regiones polares, se extrae agua dulce del océano, lo que incrementa la salinidad al concentrar las sales disueltas.
- El escoamiento: cuando los ríos o las corrientes subterráneas desembocan en el océano, aportan agua dulce y sedimentos al agua salada, lo que disminuye la salinidad.
Estos procesos no se distribuyen de forma uniforme por todo el planeta, sino que dependen de las condiciones climáticas y geográficas de cada zona. Por ejemplo, en las zonas ecuatoriales hay más precipitación y evaporación que en las zonas polares. En las zonas costeras hay más influencia de los ríos y las corrientes subterráneas que en las zonas oceánicas. En las zonas árticas y antárticas hay más formación y fusión de hielo marino que en las zonas templadas.
Estas diferencias hacen que haya zonas con mayor o menor salinidad dentro de cada océano. Pero además, hay un factor que explica por qué el océano Atlántico es más salado que el océano Pacífico en su conjunto: el intercambio de agua entre las distintas cuencas oceánicas.
El intercambio de agua entre las distintas cuencas oceánicas se produce por medio de las corrientes marinas, que son movimientos de agua provocados por diferencias de temperatura, densidad, presión y fuerza del viento. Las corrientes marinas transportan agua desde una zona a otra del planeta, modificando su salinidad.
Una de las corrientes marinas más importantes es la llamada circulación termohalina, que es un circuito global de transporte de calor y sal entre los océanos. Esta circulación se basa en el hecho de que el agua fría y salada es más densa que el agua cálida y dulce, y tiende a hundirse en las profundidades del océano. El agua fría y salada se origina en el Atlántico Norte, donde se produce una gran evaporación y un gran enfriamiento del agua superficial. Esta agua se hunde y se desplaza hacia el sur, rodeando la Antártida y entrando en el océano Pacífico. Allí, se mezcla con el agua más cálida y dulce del Pacífico, que proviene de la mayor precipitación y del mayor aporte de los ríos. Esta mezcla hace que el agua se vuelva menos densa y ascienda a la superficie, regresando al océano Atlántico por el ecuador.
Este circuito hace que el océano Atlántico pierda más agua por evaporación y gane más sal por concentración, mientras que el océano Pacífico gana más agua por precipitación y pierde más sal por dilución. Por eso, el océano Atlántico es más salado que el océano Pacífico.
Como ves, la salinidad de los océanos es el resultado de un complejo equilibrio entre diversos factores físicos, químicos y biológicos. La salinidad influye en las propiedades del agua, como su densidad, su presión, su temperatura y su capacidad de disolver gases. A su vez, estas propiedades afectan a la vida marina, al clima y al medio ambiente. Por eso, es importante conocer y proteger los océanos, que son una fuente de riqueza y diversidad para nuestro planeta.