Los zorrillos son unos mamíferos que se caracterizan por tener el cuerpo cubierto de un pelaje negro con rayas blancas y por emitir un líquido de mal olor cuando se sienten amenazados. Este líquido proviene de unas glándulas que tienen en la base de la cola y que pueden expulsar a varios metros de distancia. Pero, ¿por qué los zorrillos huelen mal y para qué les sirve este mecanismo de defensa?
El líquido que segregan los zorrillos contiene una mezcla de compuestos químicos llamados tioles, que son los responsables del olor desagradable. Los tioles son también los que producen el mal olor de algunos alimentos como el ajo o el queso, o de algunas sustancias como el gas natural o el caucho.
El olor de los tioles es tan fuerte y penetrante que puede causar náuseas, vómitos, irritación en los ojos y en las vías respiratorias e incluso ceguera temporal. Además, es muy difícil de eliminar, ya que se adhiere a la piel, al pelo y a la ropa y puede durar varios días.
Los zorrillos utilizan este líquido como un arma de defensa contra sus depredadores, como los coyotes, los lobos, los osos o los humanos. Cuando se sienten en peligro, levantan la cola y apuntan con sus glándulas hacia el atacante, lanzando un chorro de líquido maloliente. De esta forma, consiguen ahuyentar al enemigo o al menos distraerlo para poder escapar.
Los zorrillos no usan este líquido a la ligera, ya que tienen una cantidad limitada y tardan varios días en reponerlo. Por eso, antes de rociar a su agresor, suelen dar algunas señales de advertencia, como gruñir, silbar, golpear el suelo con las patas o hacer una finta de ataque.
Los zorrillos huelen mal porque es su forma de protegerse de los que quieren hacerles daño. Sin embargo, no son animales agresivos ni peligrosos si se les respeta y se les deja en paz. Al contrario, son animales inteligentes y curiosos, que pueden ser beneficiosos para el ecosistema al alimentarse de insectos y roedores.