Después de asesinar a Atahualpa en Cajamarca, los españoles siguieron hacia el sur y encontraron, en el actual territorio de Lima, un gran valle urbanizado cubierto de vegetación gracias al sistema de regadíos.
Luego de la fundación de Lima, realizaron el trazado romano en manzanas, destruyendo las vías prehispánicas que existían. Sin embargo, el jirón Quilca fue uno de los pocos caminos que se pudieron conservar.
Otras de las rutas que aún existen son el jirón Junín y el jirón Miró Quesada. Asimismo, existen un gran camino que comenzaba desde la avenida Túpac Amaru (Comas) y llegaba hasta el distrito de Pachacamac.