El terremoto de Arica de 1868 es uno de los eventos más destructivos en la historia de América Latina. Este sismo, que tuvo lugar el 13 de agosto de 1868 cerca de las 16:00 hora local, afectó gran parte del sur del Perú y las ciudades de Arica e Iquique, actualmente en Chile. Su epicentro se ubicó frente a las costas de Arica, entonces capital de la Provincia de Arica, en Perú.
El terremoto de Arica de 1868 liberó una energía equivalente a un sismo de 9,0 Mw, lo que lo convierte en uno de los más fuertes de la historia. Este evento telúrico fue percibido en todo el Perú, desde Lambayeque por el norte hasta Valdivia por el sur, y en Cochabamba, Bolivia. Además, después del sismo principal, un tsunami arrasó las costas peruanas entre Pisco e Iquique y se propagó por todo el Pacífico, llegando a California, las islas Hawái, las Filipinas, Australia, Nueva Zelanda y Japón.
La cifra de muertos estimada en este terremoto alcanzaría las 30 personas en Chala, 10 en Arequipa, 150 en Moquegua, 3 en Tacna, 300 en Arica y 200 en Iquique. En Arequipa, no había edificación que no tuviera grietas o destrozos. Los templos de San Camilo, de la Tercera Orden y de Santo Domingo estaban destruidos totalmente. Las torres de la catedral quedaron semiderruidas, mientras la sacristía catedralicia sufrió el derrumbe total de su estructura. En la Plaza Mayor, del Portal del Regocijo se cayó la mitad de la arquería, mientras los portales del Cabildo se hundieron como si hubieran recibido un enorme peso. En el colegio de la Independencia se derribaron los tejados, así como algunas bóvedas del primer piso.
Las consecuencias de este desastre natural fueron terribles. Además de las pérdidas humanas y materiales, el terremoto desató una serie de robos y pillajes, y se produjo una especulación con los alimentos, lo que llevó al desabastecimiento de la población. Muchos campos sembrados terminaron por secarse, dado el inutilización del sistema de acequias de regadío. La población se quedó por algunos días sin agua en las pilas, fuentes y acequias urbanas. Debido a los numerosos cultos que se hicieron por aquellos días, los sacerdotes anunciaban a la compungida población que las adversidades eran solo «advertencias» de la «ira divina» y «castigos del Señor» por las iniquidades cometidas.
La población se organizó para la limpieza de las acequias urbanas y la reparación de los tramos que se habían derrumbado de las acequias agrícolas con el fin de reconstruir la ciudad. A pesar de los esfuerzos, el terremoto de Arica de 1868 dejó una huella imborrable en la ciudad y en sus habitantes. La reconstrucción tardó años y la ciudad no volvió a recuperar su antiguo esplendor.
Sin embargo, el terremoto también dejó una lección aprendida en cuanto a la importancia de la prevención y la preparación para este tipo de desastres. Desde entonces, se han implementado medidas de seguridad y prevención en la construcción de edificios y en la planificación urbana en la ciudad de Arica y en todo el país.
A pesar de la devastación que causó el terremoto de 1868, la ciudad de Arica ha logrado sobreponerse y seguir adelante. Actualmente, es un importante puerto comercial y turístico en la región de Tarapacá en el norte de Chile, con una rica historia y cultura que atrae a visitantes de todo el mundo.