Si no estás segura de qué tipo de piel tienes, hay varias maneras de averiguarlo. Una forma es hacer una prueba en casa. Limpia tu cara con agua tibia y un jabón suave, y luego aplica un poco de tónico. Observa tu piel después de 30 minutos y analiza si es grasa, seca, mixta o sensible.
Otra forma es hacer un test que te ayudará a identificar tu tipo de piel. El test consiste en responder preguntas sobre cómo se ve y se siente tu piel en diferentes situaciones. Por ejemplo, si tu piel se siente grasosa y se ve brillosa, es probable que tengas piel grasa. Si tienes zonas secas y una zona T con brillo y grasa, es probable que tengas piel mixta. Si no produces muchos aceites, no se ve roja o con descamación o irritación, es probable que tengas la piel normal.
Una vez que sepas qué tipo de piel tienes, podrás adaptar tu rutina de cuidados a tus necesidades específicas. Por ejemplo, si tienes piel grasa, es importante que utilices productos que equilibren la producción de aceite en tu piel. Si tienes piel seca, es importante que utilices productos hidratantes para evitar la sequedad.