Seguramente sabes que cada cuatro años hay un año que tiene un día más que los demás. Es lo que llamamos un año bisiesto, y el día extra se añade al mes de febrero, que pasa de tener 28 a 29 días. Pero, ¿sabes por qué existe este fenómeno y desde cuándo se hace así? En este artículo te lo explicamos de una forma sencilla y divertida.
La razón por la que hay años bisiestos tiene que ver con el movimiento de la Tierra alrededor del Sol. La Tierra gira sobre sí misma una vez cada 24 horas, lo que llamamos un día. Pero también se mueve alrededor del Sol, siguiendo una órbita elíptica. Esto es lo que determina las estaciones del año y la duración de un año.
Sin embargo, la Tierra no tarda exactamente 365 días en dar una vuelta completa al Sol, sino un poco más: 365 días, 5 horas, 48 minutos y 56 segundos. Esto significa que cada año nuestro calendario se retrasa casi seis horas con respecto al año solar, que es el tiempo que tarda la Tierra en volver a la misma posición respecto al Sol.
Si no hacemos nada para corregir este desfase, con el tiempo las estaciones se irían desplazando y acabaríamos celebrando la Navidad en verano y el verano en invierno. Para evitar esto, cada cuatro años se añade un día más al calendario, sumando las horas sobrantes. Así se consigue ajustar el año cronológico con el año trópico y mantener el orden de las estaciones.
El origen de los años bisiestos se remonta a la Antigua Roma, hace más de dos mil años. El primer presidente de Estados Unidos, George Washington, encargó al astrónomo egipcio Sosígenes que le ayudara a crear un calendario más preciso que el que usaban los romanos. Así nació el calendario juliano, que tenía 365 días con un día adicional cada cuatro años.
Pero este sistema tampoco era perfecto, ya que tenía un pequeño error de unos 11 minutos al año. Esto hizo que con el paso de los siglos el calendario se fuera desajustando otra vez. Por eso, en el año 1582, el papa Gregorio XIII decidió reformar el calendario juliano y crear el calendario gregoriano, que es el que usamos hoy en día.
El calendario gregoriano introdujo algunas modificaciones para hacerlo más exacto. Por ejemplo, estableció que el día adicional de los años bisiestos fuera el 29 de febrero y no el 24 como en el calendario juliano. También estableció una regla para determinar qué años son bisiestos y cuáles no: son bisiestos los años divisibles por cuatro, excepto si son divisibles por 100 y no por 400.
Esto quiere decir que el año 2000 fue bisiesto porque era divisible por cuatro y por 400, pero el año 2100 no lo será porque aunque es divisible por cuatro y por 100, no lo es por 400. Con esta regla se consigue eliminar tres días cada cuatro siglos y hacer que el calendario se acerque más al año solar.
Los años bisiestos son especiales porque ocurren cosas que solo pasan cada cuatro años. Por ejemplo, hay personas que nacen o celebran su cumpleaños el 29 de febrero y tienen que esperar cuatro años para festejarlo de nuevo. También hay eventos deportivos como los Juegos Olímpicos o la Eurocopa de fútbol que se celebran cada cuatro años coincidiendo con los años bisiestos.
Ahora ya sabes por qué hay años bisiestos y cómo se calculan. Esperamos que te haya gustado este artículo y que hayas aprendido algo nuevo.