Desde hace varias décadas, las mujeres han venido luchando por la igualdad de derechos y oportunidades en distintos ámbitos de la sociedad, y uno de ellos ha sido el militar. En el Perú, las mujeres tuvieron un acceso limitado a las Fuerzas Armadas hasta hace relativamente poco tiempo.
Antes de 1996, las mujeres podían participar en la vida militar a través del Servicio Activo No Acuartelado Femenino (SANAF). Este servicio les permitía realizar labores de apoyo en áreas como enfermería, sanidad, administración, contabilidad y secretariado. Sin embargo, no podían acceder a las escuelas de oficiales ni suboficiales.
Fue en junio de 1996, durante el segundo gobierno del presidente Alberto Fujimori, cuando se promulgó la Ley 26628, que estableció el acceso de las mujeres a las escuelas de oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas. Esta ley supuso un gran avance para la igualdad de género en el ámbito militar, ya que abrió nuevas oportunidades de carrera para las mujeres en este campo.
Desde entonces, cada vez son más las mujeres que deciden enrolarse en las Fuerzas Armadas del Perú. Actualmente, se estima que alrededor de 10 000 mujeres forman parte de las FF.AA., cumpliendo distintos roles y misiones. Sin embargo, aún existe una brecha en cuanto a la promoción y el acceso a los más altos grados, ya que solo el personal masculino puede acceder a los rangos de general de División, vicealmirante y teniente general.
A pesar de estos obstáculos, la presencia de mujeres en las Fuerzas Armadas del Perú se ha vuelto cada vez más común y aceptada, y su papel ha sido fundamental en distintas misiones y operaciones. Además, la participación de mujeres en este ámbito ha demostrado que no existen trabajos exclusivos para hombres o mujeres, sino que todas las personas tienen la capacidad de cumplir con las tareas que se les encomienden, siempre y cuando se les brinde la igualdad de oportunidades y el respeto que merecen.