El parto bajo el agua es una modalidad de parto que consiste en dar a luz en una bañera o piscina llena de agua tibia. Esta opción puede tener beneficios tanto para la madre como para el bebé, como reducir el dolor, el estrés, las intervenciones médicas y el trauma del nacimiento. Sin embargo, también puede generar dudas y temores, como el riesgo de que el bebé se ahogue al salir del útero.
¿Es posible que el bebé se ahogue en un parto bajo el agua? La respuesta es no, siempre y cuando se cumplan unas condiciones de seguridad e higiene. Los bebés no se ahogan en un parto bajo el agua porque tienen unos mecanismos fisiológicos y reflejos que les permiten adaptarse al medio acuático.
Estos mecanismos y reflejos son los siguientes:
El reflejo de inmersión: se trata de un reflejo innato que consiste en cerrar la glotis (la abertura de la laringe) al entrar en contacto con el agua. Esto impide que el agua entre en las vías respiratorias y provoque una asfixia. Este reflejo se activa desde el quinto mes de gestación y persiste hasta los seis meses de vida extrauterina.
El reflejo de apnea: se trata de un reflejo que consiste en inhibir los movimientos respiratorios al estar sumergido en el agua. Esto evita que el bebé intente respirar bajo el agua y se llene los pulmones de líquido. Este reflejo se activa desde el tercer mes de gestación y persiste hasta los cuatro años de vida extrauterina.
La circulación fetal: se trata de un tipo de circulación sanguínea que tiene el feto dentro del útero y que le permite obtener el oxígeno y los nutrientes que necesita a través de la placenta. La circulación fetal evita que la sangre pase por los pulmones, ya que estos no tienen función respiratoria en el feto. La circulación fetal cambia al nacer, cuando el bebé realiza su primera inspiración y sus pulmones se llenan de aire.
Estos mecanismos y reflejos hacen que el bebé no se ahogue en un parto bajo el agua, siempre que no haya una estimulación externa que le haga respirar antes de salir del agua. Por eso, es importante que el parto bajo el agua sea asistido por profesionales cualificados y que se sigan unas normas básicas, como:
- Mantener una temperatura del agua entre 35 y 37 grados centígrados, similar a la temperatura corporal.
- Controlar la profundidad del agua, que debe cubrir al menos la pelvis de la madre.
- Vigilar los signos vitales de la madre y del bebé durante todo el proceso.
- Evitar tocar o estimular la cara del bebé mientras está sumergido.
- Sacar al bebé del agua con suavidad y sin girarlo, manteniendo su cabeza por debajo del nivel del corazón para evitar una sobrecarga circulatoria.
- Colocar al bebé sobre el pecho de la madre y secarlo con una toalla.
- Cortar el cordón umbilical cuando haya dejado de latir.
En conclusión, los bebés no se ahogan en un parto bajo el agua porque tienen unos mecanismos fisiológicos y reflejos que les permiten adaptarse al medio acuático. Sin embargo, es necesario cumplir unas condiciones de seguridad e higiene para evitar posibles complicaciones.