La ley de la gravedad es una de las leyes fundamentales de la física que describe cómo se atraen los cuerpos con masa. Fue formulada por el científico inglés Isaac Newton en el siglo XVII, pero su descubrimiento no fue tan sencillo como se cree.
Según la leyenda, Newton estaba sentado bajo un árbol cuando una manzana le cayó en la cabeza. Esto le hizo preguntarse por qué los objetos caen hacia el suelo y no hacia otro lado. Así comenzó a investigar sobre la fuerza que los atrae, que llamó gravedad.
Sin embargo, esta historia no es del todo cierta. Newton nunca mencionó la manzana en sus escritos, y solo se conoce por el testimonio de algunos de sus amigos y biógrafos. Lo que sí es cierto es que Newton se inspiró en las observaciones astronómicas de su época, especialmente las de Johannes Kepler, que habían descrito las órbitas de los planetas alrededor del sol.
Newton se dio cuenta de que la misma fuerza que hacía caer los objetos en la Tierra también era la responsable del movimiento de los astros en el espacio. Así, formuló una ecuación matemática que relacionaba la fuerza gravitatoria con las masas de los cuerpos y la distancia que los separa. Esta ecuación es la famosa ley de la gravitación universal²¹.
La ley de Newton fue un gran avance para la ciencia, ya que permitió explicar muchos fenómenos naturales y predecir otros nuevos. También abrió el camino para el desarrollo de otras teorías físicas, como la relatividad general de Albert Einstein, que modificó la ley de Newton para incluir los efectos de la velocidad y la curvatura del espacio-tiempo.
La ley de la gravedad sigue siendo válida hoy en día para describir el comportamiento de los objetos a escala macroscópica, pero no es suficiente para entender lo que ocurre a escala microscópica, donde entran en juego otras fuerzas como la electromagnética o la nuclear. Por eso, uno de los grandes retos de la física actual es encontrar una teoría unificada que pueda explicar todas las fuerzas de la naturaleza.