Rúpac: La Machu Picchu de Lima
Lima, la capital de Perú, es conocida por sus playas, su gastronomía y sus museos. Sin embargo, a pocas horas de la ciudad se encuentra una joya arquitectónica que muchos turistas desconocen. Nos referimos a la ciudadela de Rúpac, también conocida como la Machu Picchu de Lima.
Rúpac es una fortaleza construida durante el reino de los Atavillos, una de las culturas preíncas más guerreras de la provincia de Lima. Ubicada en la sierra de Huaral, a una altura de 3.500 metros sobre el nivel del mar, la ciudadela ofrece una visión estratégica de todo el valle. Su privilegiada habilidad para la construcción les permitió edificar más de 50 construcciones en las cimas de elevados montes para tener una vista panorámica de la zona, vigilar los cultivos y proteger a la población del contacto con extraños y, por tanto, de enfermedades como la verruga y el paludismo.
Para llegar a Rúpac, es necesario tomar un colectivo desde la ciudad de Huaral con dirección hacia la localidad de Las Pampas. Desde allí, se inicia una caminata de 6 km que puede tardar aproximadamente 4 horas, dependiendo del estado físico de la persona. El recorrido ofrece lugares para acampar y pasar la noche para aquellos que deseen disfrutar del bello amanecer en medio de un paisaje fotográfico.
La ciudadela se mantiene en perfectas condiciones, como si sus constructores aún vivieran en este lugar tan enigmático como apartado. En sus zonas de asentamiento, podemos encontrar gran cantidad de torres elevadas de hasta 15 metros de altura llamadas chullpas, utilizadas sobre todo como miradores. Asimismo, al visitar la zona se pueden observar escaleras, almacenes, patios y chimeneas con techos de piedra que resisten el paso de los años.
El nombre ´rupac´ significa “llamarada roja”. En efecto, aún las construcciones de Rúpac conservan pintura roja, por lo cual, durante el ocaso, la ciudad resplandece como si estuviese encendida por los rayos del sol. La mejor época para visitar este sitio arqueológico es durante los meses de verano, cuando el cielo está más despejado y se pueden apreciar mejor los hermosos atardeceres que ofrece el lugar.
En definitiva, la ciudadela de Rúpac es un gran destino para aquellos que buscan desconectarse de la ciudad sin ir muy lejos, vivir experiencias en medio de la naturaleza y conocer más sobre lo que fue la cultura preínca de los Atavillos. Es un lugar que combina historia, arquitectura y paisaje, y que sin duda merece ser visitado.