Atahualpa: El rescate más caro de la historia que no evitó su trágico final a manos de los conquistadores españoles
La historia universal nos ha dejado grandes hazañas, guerras, descubrimientos y tragedias. Entre las más terribles se encuentra el secuestro y posterior ejecución de Atahualpa, el último gobernante inca, por parte de los conquistadores españoles liderados por Francisco Pizarro. Sin embargo, hay un aspecto de este suceso que lo convierte en uno de los más costosos en términos económicos de la historia: el rescate que se pagó por la vida de Atahualpa.
Después de que Atahualpa fuera entregado por los cañaris y apresado por los españoles el 16 de noviembre de 1532, fue confinado en un palacio de Cajamarca. Fue allí donde se iniciaron las negociaciones para su liberación. En el acuerdo al que se llegó, Atahualpa se comprometió a entregar a Pizarro un rescate en oro y plata a cambio de su liberación.
La cantidad que se acordó fue astronómica: 40 860 marcos de plata y 1 014 000 pesos de oro. Según cálculos del Colegio de Economistas del Perú del año 1991, la suma entregada equivaldría a 647 074 millones de dólares, una cifra exorbitante incluso para los estándares actuales.
Sin embargo, Pizarro no cumplió su palabra y, tras acusar a Atahualpa de diversos crímenes como idolatría, herejía, regicidio, fratricidio, traición, poligamia e incesto, lo sentenció a muerte. Atahualpa fue ejecutado en la plaza de Cajamarca el 29 de agosto de 1533, solo un año después de su captura.
Este suceso no solo significó la muerte de uno de los líderes más importantes de la historia de América Latina, sino también una de las extorsiones más grandes de la historia. Además, la negativa de Pizarro a liberar a Atahualpa después de recibir el rescate también es un ejemplo de la crueldad y falta de ética de los conquistadores españoles en su trato con los pueblos indígenas de América.
En conclusión, el rescate pagado por la liberación de Atahualpa es considerado uno de los más costosos de la historia universal. A pesar de haber sido entregado en su totalidad, Pizarro no cumplió su promesa de liberar al gobernante inca y lo ejecutó. Esta tragedia es un ejemplo de la crueldad y la falta de ética que caracterizó a la conquista española de América Latina.