La horticultura o cultivo de huertos ha sido una práctica importante en la alimentación y la economía de diversas culturas a lo largo de la historia. En el Perú, se ha encontrado evidencia de que esta práctica se inició en el valle del Alto Saña, en la región de Cajamarca, en un lugar llamado Nanchoc.
El arqueólogo Tom Dillehay ha estudiado los restos de semillas de frijol, pallar, ají, zapallo, caigua y calabaza encontrados en Nanchoc, y ha determinado que tienen una antigüedad de 8000 años a.C. Este descubrimiento es de gran importancia, ya que sitúa a Nanchoc como el lugar donde se inició la horticultura más antigua de América.
Además de las semillas, también se han encontrado evidencias de chozas de adobe y quincha, piedras para moler y cortar, lo que sugiere que los antiguos peruanos de Nanchoc contaban con un conocimiento avanzado sobre la agricultura y la construcción.
El hecho de que la horticultura haya surgido en Nanchoc no solo es importante para la historia de la agricultura en el Perú y en América, sino que también tiene implicaciones en la alimentación y la nutrición de las personas. Los cultivos que se iniciaron en Nanchoc, como el frijol, el pallar, el ají, el zapallo, la caigua y la calabaza, son alimentos ricos en nutrientes que siguen siendo fundamentales en la alimentación de los peruanos.
En resumen, Nanchoc es el lugar donde se inició la horticultura más antigua de América, lo que demuestra el conocimiento avanzado de los antiguos peruanos sobre la agricultura y la construcción. Además, los cultivos que se iniciaron en Nanchoc siguen siendo fundamentales en la alimentación y la nutrición de los peruanos en la actualidad. Es importante valorar y reconocer la importancia de esta práctica ancestral para nuestra cultura y nuestra alimentación.