Muchas leyendas aún perduran en la memoria colectiva. Una de ellas trata acerca del cura sin cabeza: a fines del siglo XIX, en la iglesia de la Ermita en Barranco, existía un sacerdote de dudosa reputación que no tenía la simpatía de los feligreses.
Cierto día ocurrió un terremoto que sacudió el campanario e hizo que la campana de acero caiga justo sobre la cabeza del párroco. Como durante su vida el cura había sido malvado, Dios lo castigó a vagar eternamente sin su cabeza.
En otra versión, se habla de un cura al que unos delincuentes lo asaltaron y le cortaron la cabeza.