Las abejas son unos insectos extremadamente sociables que viven en colonias que se establecen en forma de enjambres y en los que se organizan en una estricta jerarquía de tres rangos sociales: la abeja reina, los zánganos y las abejas obreras. La abeja reina es la única hembra fértil que pone huevos fecundados que dan origen a abejas obreras infértiles y pone huevos no fecundados que dan origen a zánganos fértiles, por un mecanismo denominado partenogénesis. Pero, ¿qué determina que una larva se convierta en reina o en obrera?
La respuesta está en la alimentación. La reina es una larva alimentada por secreciones de las abejas obreras nodrizas durante toda su vida. La celda que dará origen a una reina se llama celda real, también se la denomina como «realera», y tiene la forma de una cáscara de cacahuete de aproximadamente 2 a 2,5 cm de largo. Las abejas obreras nodrizas llenarán esta celda real con una sustancia que secretan denominada jalea real operculándola (cerrándola) al octavo día, y al día dieciséis de la puesta del huevo emerge la reina virgen. La jalea real es un alimento rico en proteínas, vitaminas y hormonas que estimula el desarrollo sexual de la larva.
Las abejas obreras, en cambio, son larvas alimentadas con jalea real solo durante los primeros tres días de vida. Luego, reciben una dieta a base de polen y miel, que es menos nutritiva y no favorece el crecimiento de los órganos reproductores. Las celdas donde se crían las obreras son más pequeñas y horizontales que las de las reinas. Las obreras emergen al día veintiuno de la puesta del huevo.
Los zánganos son los machos de la colmena, cuya única función es fecundar a las reinas vírgenes durante el vuelo nupcial. Son producto de huevos no fecundados que pone la reina por partenogénesis. Los zánganos también se crían en celdas más grandes que las de las obreras, pero más pequeñas que las de las reinas. Se alimentan con jalea real durante los primeros tres días y luego con polen y miel. Emergen al día veinticuatro de la puesta del huevo.
Las abejas son los insectos polinizadores por excelencia y tienen una función esencial para el equilibrio de la naturaleza, ya que contribuyen activamente a la supervivencia de muchas especies de plantas que se reproducen gracias al transporte de polen que llevan a cabo estos pequeños animales al alimentarse del néctar de las flores. Muchas de estas plantas las usamos los seres humanos para producir algunos de nuestros alimentos. Por eso, las abejas son indispensables para la vida humana.