Venus es el segundo planeta más cercano al Sol y el más similar a la Tierra en tamaño y densidad. Sin embargo, tiene algunas características que lo hacen muy diferente y misterioso. Una de ellas es que rota en sentido contrario al de los demás planetas del Sistema Solar.
La mayoría de los planetas giran sobre su eje de oeste a este, es decir, en el mismo sentido que el movimiento de traslación alrededor del Sol. Esto hace que el Sol salga por el este y se ponga por el oeste. Pero Venus gira de este a oeste, lo que significa que el Sol sale por el oeste y se pone por el este.
Además, Venus tiene una rotación muy lenta: tarda unos 243 días terrestres en dar una vuelta sobre sí mismo. Esto significa que un día venusiano es más largo que un año venusiano, que dura unos 225 días terrestres.
¿Por qué Venus tiene esta rotación tan peculiar? Los científicos no tienen una respuesta definitiva, pero hay varias hipótesis que intentan explicarlo.
Una de las ideas más aceptadas es que, en un principio, Venus giraba en la misma dirección de los demás planetas y a una velocidad más rápida; sin embargo, la atracción gravitatoria en la atmósfera venusina, que es bastante densa en comparación con la de los otros cuerpos, pudo provocar intensas mareas atmosféricas que tuvieron un efecto en el manto y el núcleo debajo de la corteza, y entonces el planeta comenzó a rotar de forma diferente en un lapso de miles de millones de años.
Otra hipótesis sugiere que Venus sufrió un gran impacto de un asteroide o un planeta menor que alteró su rotación y la invirtió. Este impacto también podría haber causado la inclinación del eje de Venus, que es casi nula (3 grados), mientras que el de la Tierra es de 23 grados.
Sea cual sea la causa, lo cierto es que Venus es un planeta fascinante y extremo, con una temperatura superficial de unos 460 grados centígrados y una presión atmosférica 90 veces mayor que la terrestre. Su rotación inversa es solo uno de los muchos enigmas que nos plantea este vecino del Sistema Solar.