Correr es una actividad física muy beneficiosa para la salud, pero también puede causar lesiones si no se hace correctamente. Una de las variables que influye en la forma de correr es el tipo de calzado que se utiliza. ¿Es mejor correr con zapatillas o descalzo? ¿Qué ventajas y desventajas tiene cada opción? En este artículo te lo contamos.
Correr descalzo o con zapatillas minimalistas es una tendencia que ha ganado popularidad en los últimos años. Se basa en la idea de que el pie humano está diseñado para correr sin necesidad de protección artificial y que el uso de zapatillas amortiguadas altera la biomecánica natural del movimiento y favorece las lesiones.
Según algunos estudios, correr descalzo o con zapatillas minimalistas tiene varios beneficios, como:
Fortalece los músculos, tendones y ligamentos del pie y el tobillo, lo que mejora la estabilidad y previene las torceduras.
Mejora la propiocepción, es decir, la capacidad de percibir la posición y el movimiento del cuerpo en el espacio, lo que aumenta el equilibrio y la coordinación.
Reduce el impacto en las articulaciones, especialmente en las rodillas y las caderas, al favorecer una pisada más suave y natural, con el antepié o el mediopié en lugar del talón.
Aumenta la eficiencia energética, al disminuir el peso del calzado y optimizar la elasticidad del tendón de Aquiles y la fascia plantar.
Mejora la sensación de libertad y conexión con el entorno, al permitir sentir el contacto directo con el suelo y sus diferentes texturas.
Sin embargo, correr descalzo o con zapatillas minimalistas también tiene algunos inconvenientes, como:
Requiere una adaptación progresiva y cuidadosa, ya que implica un cambio radical en la forma de correr y puede provocar lesiones por sobrecarga o por falta de protección si se hace de forma abrupta o excesiva.
No es adecuado para todos los terrenos ni para todas las condiciones climáticas, ya que puede haber superficies irregulares, sucias o peligrosas que puedan dañar el pie o causar infecciones. Además, el frío o el calor extremos pueden afectar negativamente a la circulación sanguínea o a la piel del pie.
No es recomendable para personas con problemas podológicos, como pies planos, cavos o valgos, o con patologías articulares o musculares que requieran un soporte o una corrección específica. En estos casos, se debe consultar con un especialista antes de intentar correr descalzo o con zapatillas minimalistas.
En conclusión, correr descalzo o con zapatillas minimalistas puede ser mejor que correr con zapatillas convencionales si se hace de forma adecuada y adaptada a las características individuales de cada persona. Sin embargo, no hay una respuesta única ni definitiva a esta cuestión, ya que depende de muchos factores personales y ambientales. Lo más importante es escuchar al propio cuerpo y elegir la opción que más se ajuste a las necesidades y preferencias de cada uno.