Los cocodrilos son unos de los animales más temidos y respetados del reino animal, por su gran tamaño, su fuerza y su fiereza. Sin embargo, cuando el cocodrilo come, parece llorar intensamente. ¿Es que siente pena o remordimiento por sus víctimas? ¿O es que tiene algún problema emocional? La respuesta es mucho más sencilla y tiene que ver con su fisiología.
Los cocodrilos lloran por dos motivos principales: para mantener los ojos húmedos e hidratados cuando salen del agua, y para liberar el exceso de sal que se acumula en sus glándulas lacrimales cuando comen. Estas glándulas están situadas cerca de las glándulas salivales, que se activan cuando el cocodrilo mastica y traga su presa. Al hacerlo, el músculo de la mandíbula presiona las glándulas lacrimales y hace que segreguen lágrimas.
Este fenómeno no es exclusivo de los cocodrilos, sino que también ocurre en otros reptiles como las tortugas marinas o los lagartos. Sin embargo, los cocodrilos son los que han dado lugar a la expresión popular «lágrimas de cocodrilo», que se usa para referirse al llanto falso o hipócrita de alguien que pretende sentir dolor o arrepentimiento sin ser sincero.
Esta expresión tiene su origen en la antigua creencia de que los cocodrilos lloraban mientras devoraban a sus presas, algo que se consideraba irónico y contradictorio. Esta creencia se remonta a la Edad Media, cuando algunos escritores y viajeros relataron esta supuesta conducta de los cocodrilos. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que los cocodrilos no tienen emociones ni sentimientos como los humanos, y que su llanto es solo una respuesta fisiológica a sus necesidades biológicas.