Los japoneses tienen una forma de saludo muy característica y diferente a la de otras culturas: se inclinan ante la otra persona en lugar de dar la mano, abrazar o besar. Esta forma de saludo se llama ojigi y tiene una larga historia y un profundo significado en la sociedad japonesa.
El origen del ojigi se remonta a la antigua China, donde se practicaba el acto de inclinar la cabeza para mostrar que no se tenía ninguna hostilidad hacia el otro, al exponer la parte más vulnerable del cuerpo. Este gesto llegó a Japón entre los siglos V y VIII, junto con el budismo y otras influencias culturales.
Con el tiempo, el ojigi se convirtió en una expresión de respeto, humildad y cortesía hacia el otro, especialmente hacia las personas de mayor rango o jerarquía. Así, los japoneses empezaron a inclinarse no solo para saludar, sino también para agradecer, disculparse, pedir permiso o mostrar reverencia.
El grado de inclinación depende del contexto y de la relación entre las personas. Cuanto más profunda sea la inclinación, mayor será el respeto o el arrepentimiento que se quiere transmitir. Existen diferentes tipos de ojigi según el ángulo y la duración de la inclinación:
- Eshaku: es una inclinación ligera de unos 15 grados, que se usa para saludar a personas conocidas o del mismo nivel.
- Keirei: es una inclinación moderada de unos 30 grados, que se usa para saludar a personas desconocidas o de mayor nivel.
- Saikeirei: es una inclinación profunda de unos 45 grados, que se usa para mostrar una gran gratitud o una profunda disculpa.
- Dogeza: es una inclinación extrema en la que se arrodilla y se apoya la frente en el suelo, que se usa para pedir un gran favor o implorar perdón.
El ojigi es un arte que requiere práctica y conocimiento de las normas sociales japonesas. Los extranjeros no están obligados a dominarlo, pero si lo intentan pueden causar una buena impresión y ganarse el respeto y la simpatía de los japoneses.