Machu Picchu es una de las maravillas del mundo y el legado más impresionante del imperio incaico. Sin embargo, su ubicación en lo alto de una montaña rodeada de profundos valles y ríos sigue siendo un misterio para muchos. ¿Qué motivó a los incas a construir una ciudadela tan remota y difícil de acceder?
Según una reciente investigación del geólogo brasileño Rualdo Menegat, la respuesta podría estar en las fallas geológicas que se encuentran debajo de Machu Picchu. Estas son fracturas en la corteza terrestre que producen bloques rocosos de diferentes tamaños y orientaciones. Menegat mapeó una densa red de fallas y fracturas que se cruzan debajo del sitio del patrimonio mundial de la Unesco y descubrió que los incas las aprovecharon para su beneficio.
Menegat sostiene que los incas eligieron intencionalmente sitios con fallas tectónicas para construir sus edificaciones debido a que se encontraban estratégicamente seguras contra los peligros geológicos como las avalanchas y facilitaban el suministro de agua. Además, las fallas determinaban la orientación de los sectores urbanos, los campos agrícolas, los edificios y las escaleras de Machu Picchu, siguiendo un diseño armonioso y funcional.
«La ubicación de Machu Picchu no es una coincidencia», dice Menegat. «Sería imposible construir un sitio así en las altas montañas si el sustrato no se fracturara» . El geólogo también afirma que otras ciudades antiguas incas, como Ollantaytambo, Pisac y Cusco, también se encuentran en la intersección de las fallas, lo que demuestra que los incas tenían un profundo conocimiento de la geología de su territorio.
Así, Machu Picchu no solo es una obra maestra de la arquitectura y la ingeniería, sino también de la geoarqueología. Los incas supieron adaptarse al entorno natural y aprovechar sus recursos para crear una ciudad sagrada y majestuosa que desafía el tiempo y el espacio.