Los católicos tienen una costumbre muy arraigada y significativa: se persignan. Se persignan al entrar y salir de la iglesia, al empezar y terminar una oración, al bendecir la mesa, al recibir una buena o mala noticia, al pasar por un cementerio o por una imagen sagrada… ¿Qué significa este gesto? ¿Cuál es su origen? ¿Cómo se hace correctamente? En este artículo te explicamos todo lo que debes saber sobre el acto de persignarse.
Persignarse es hacer la señal de la cruz sobre uno mismo con la mano derecha, tocando la frente, el pecho y los hombros, mientras se dice: «En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén». Es un signo sacramental, es decir, un signo visible que comunica una gracia invisible. Al persignarse, los católicos expresan su fe en la Santísima Trinidad, en el misterio de la encarnación y en la redención por la cruz de Cristo.
El origen de este gesto se remonta a los primeros siglos del cristianismo, cuando los cristianos se hacían una pequeña cruz en la frente con el dedo pulgar o índice para recordar su bautismo y su pertenencia a Cristo. Con el tiempo, este gesto se fue ampliando hasta abarcar todo el cuerpo, simbolizando que todo el ser humano está consagrado a Dios. También se fue añadiendo la invocación a las tres personas divinas, siguiendo el mandato de Jesús de bautizar en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mateo 28:19).
La forma correcta de persignarse es la siguiente:
Se junta el dedo índice y el corazón de la mano derecha, para representar las dos naturalezas de Cristo: humana y divina. Algunos también juntan el dedo pulgar para formar una cruz con los otros dos dedos, para representar las tres personas de la Trinidad.
Se toca la frente con los dedos y se dice: «En el nombre del Padre». Esto significa que Dios es el principio y el fin de todo lo que existe y que somos hijos suyos por adopción.
Se toca el pecho con los dedos y se dice: «y del Hijo». Esto significa que Dios se hizo hombre en Jesucristo y que nació de la Virgen María por obra del Espíritu Santo. También significa que Jesús murió en la cruz por nuestros pecados y que debemos amarlo con todo nuestro corazón.
Se toca el hombro izquierdo con los dedos y se dice: «y del Espíritu». Esto significa que Dios es Espíritu y que nos da su vida y su gracia. También significa que debemos seguir sus inspiraciones y sus dones.
Se toca el hombro derecho con los dedos y se dice: «Santo». Esto significa que Dios es santo y que nos llama a ser santos como él. También significa que debemos pasar de las tinieblas del pecado a la luz de la gracia.
Se juntan las manos sobre el pecho y se dice: «Amén». Esto significa que creemos y aceptamos todo lo que hemos dicho y hecho al persignarnos. También significa que nos ponemos en las manos de Dios y le ofrecemos nuestra vida.
Así pues, persignarse es un gesto sencillo pero profundo, que resume toda la fe católica y que nos ayuda a entrar en comunión con Dios. Persignarse es un acto de adoración, de agradecimiento, de petición y de consagración. Persignarse es una forma de recordar quiénes somos y a quién pertenecemos. Persignarse es una manera de vivir como cristianos.