Escribe: Parra Briceño. Corría el año de 1968, yo era un jovencito de apenas diecinueve años de edad, época que me sentí atraído, absorbido, adepto, incondicional, encandilado, de un movimiento juvenil norteamericano, creado a raíz de la rebeldía de los jóvenes de aquellos tiempos, a la guerra de Vietnam.
Me refiero al movimiento hippie, también llamados los hijos de las flores, su gran filosofía era un mundo de amor, paz, libertad, música, naturaleza, ropa y vestimentas estrafalarias.
Las características principales de su vestir fueron los pantalones bocas anchas o acampanados, correas anchas con hebillas grandes, collares, etc. Tenían un lema que decía, haz el amor y no la guerra.
Este movimiento fue uno de los motivos de la inspiración de la mejor música, los mejores conjuntos, bandas musicales y cantantes de la época.
Yo me sentí muy atraído e inspirado por este movimiento de moda, música y actitudes, lamentablemente unos años después, este movimiento se vio alterado con el consumo de sustancias alucinógenas. Está moda me sirvió de inspiración y creación del que considero mi primer poema.
Movimiento hippie
Oh naturaleza.
Madre bondadosa.
Te pido y te suplico.
En nada te crítico.
Al contrario yo te pido.
Que a pesar.
Que buen hippie no he sido.
Multipliques las Flores.
Para que con sus colores.
Fragancias y olores.
Perfumen el ambiente.
Para bien de la humanidad.