Las serpientes son reptiles fascinantes que han evolucionado de forma diferente a otros animales con vértebras. Su cuerpo alargado y sin extremidades les permite desplazarse por diversos terrenos y hábitats, desde la arena hasta los árboles. Pero, ¿cómo se mueven las serpientes si no tienen patas? En este artículo te lo explicamos.
La anatomía de las serpientes: la clave de su movimiento
Las serpientes no tienen patas porque sus antepasados las perdieron hace millones de años debido a mutaciones genéticas que les favorecieron para adaptarse a su entorno. Sin embargo, esto no les impide moverse con agilidad y precisión gracias a su anatomía especializada.
Las serpientes tienen una columna vertebral muy larga y flexible, formada por cientos de vértebras que se articulan entre sí y se conectan con un par de costillas cada una. Estas costillas funcionan como piernas y se unen a unos músculos potentes que impulsan el cuerpo hacia adelante.
Además, las serpientes tienen unas escamas especiales en su vientre, llamadas escutelas ventrales, que son más grandes y flexibles que las del resto del cuerpo. Estas escamas se enganchan al suelo y crean fricción cuando la serpiente se mueve, lo que le permite reptar.
Los tipos de movimiento de las serpientes: la adaptación al terreno
Las serpientes pueden moverse de diferentes formas según el terreno y la situación en la que se encuentren. Estos son los cuatro tipos de movimiento más comunes de las serpientes:
El movimiento rectilíneo: consiste en avanzar en línea recta sin hacer curvas ni ondulaciones. La serpiente contrae y relaja los músculos de su cuerpo alternativamente, empujando las escamas ventrales contra el suelo. Este movimiento es el más lento y requiere una superficie rugosa para generar fricción. Lo usan las serpientes grandes y pesadas, como las boas o las pitones.
El movimiento ondulatorio lateral: consiste en hacer ondas laterales con el cuerpo, formando una especie de S en el suelo. La serpiente empuja las partes del cuerpo que tocan el suelo hacia los lados opuestos, generando una fuerza que la impulsa hacia adelante. Este movimiento es el más rápido y eficiente y lo usan la mayoría de las serpientes en superficies irregulares o con obstáculos.
El movimiento concertina: consiste en doblar el cuerpo en forma de acordeón, anclando algunas partes al suelo y estirando otras hacia adelante. La serpiente alterna estos movimientos para avanzar poco a poco. Este movimiento es el más lento y cansado, pero también el más útil para trepar por superficies verticales o estrechas, como los troncos o las grietas.
El movimiento lateral: consiste en mover el cuerpo lateralmente, formando una serie de bucles en el suelo. La serpiente levanta la parte central del cuerpo y la desplaza hacia un lado, mientras que la cabeza y la cola permanecen fijas al suelo. Luego repite el proceso hacia el otro lado. Este movimiento es el más raro y lo usan algunas serpientes para desplazarse por superficies lisas o arenosas, como las dunas.