Según la historiadora María Rostworowski, durante la Colonia, el encomendero español Hernán Gonzáles, tenía bajo su mando a siervos oriundos del valle de Lurín.
Después de ser enviados a Lima, estos pintaron la imagen de su huaca, el dios Pachacámac, a quien ofrendaban para que cuide sus sembríos y calme los temblores.
Más tarde, este mismo ídolo habría sido venerado por los esclavos africanos y afroperuanos, quienes lo pintaron como una imagen de Cristo, al que se le llamó, posteriormente, Señor de los Milagros o Cristo de Pachacamilla.