El acceso al agua potable es fundamental para garantizar la salud y el bienestar de la población. En el Perú, el consumo de agua no potable fue una práctica común hasta la primera década del siglo XX.
Antes de 1917, los habitantes de Lima y otras ciudades del Perú no tenían acceso a agua potable, lo que aumentaba el riesgo de enfermedades. El agua que se consumía provenía de manantiales sin tratamiento de La Atarjea y acequias del río Surco. Además, era común que la población bebiera agua sin hervirla.
En ese año, el alcalde de Lima, Luis Miró Quesada, tomó una decisión trascendental para mejorar la calidad del agua que se consumía en la ciudad. Contrató a ingenieros norteamericanos para instalar la primera planta de clorinación del Perú en la Caja de Aforos, a la entrada de La Atarjea.
La planta de clorinación permitió que el agua se purificara antes de almacenarse en el reservorio en Ansieta, desde donde se distribuía a la población. Esta decisión fue un hito importante en la historia del Perú, ya que permitió que la población tuviera acceso a agua potable por primera vez.
La planta de clorinación de La Atarjea fue ampliada posteriormente por la empresa norteamericana The Foundation Company durante el gobierno del presidente Leguía. Esta ampliación permitió que se mejorara el sistema de distribución de agua potable y que más personas tuvieran acceso a agua limpia y segura.
A partir de la instalación de la planta de clorinación en 1917, el suministro de agua potable en Lima y otras ciudades del Perú fue mejorando gradualmente. En la década de 1950, se construyó el sistema de canalización y distribución de agua potable del río Chillón, lo que permitió que una mayor cantidad de población tuviera acceso a agua potable.
Hoy en día, la provisión de agua potable en el Perú es un tema de interés nacional. El acceso al agua potable sigue siendo un desafío para muchas personas, especialmente en zonas rurales y marginadas. El gobierno y diversas organizaciones trabajan para mejorar el acceso al agua potable y promover una cultura de consumo responsable y sostenible.
En conclusión, la instalación de la primera planta de clorinación en La Atarjea en 1917 fue un hecho trascendental en la historia del Perú, ya que permitió que la población tuviera acceso a agua potable por primera vez. A partir de entonces, el suministro de agua potable fue mejorando gradualmente, pero aún queda mucho por hacer para garantizar que todas las personas tengan acceso a agua limpia y segura.