La Casa Blanca es la residencia oficial y principal centro de trabajo del presidente de los Estados Unidos. Su construcción se inició en 1792 por orden del primer presidente, George Washington, y se terminó en 1800, siendo el segundo presidente, John Adams, el primero en habitarla. El arquitecto encargado del diseño fue James Hoban, de origen irlandés, que se inspiró en el estilo neoclásico y palladiano. Para realizar la fachada se utilizó piedra tallada de Escocia, que tenía un color gris.
Entonces, ¿por qué la Casa Blanca es blanca? Una creencia común entre muchos ciudadanos estadounidenses le atribuye el nombre al daño causado en 1814 durante un ataque de las tropas británicas, que había dejado marcas que tuvieron que ser pintadas de blanco. Sin embargo, esta versión no es del todo cierta, ya que la Casa Blanca obtuvo por primera vez un color blanco a base de cal en 1798 para proteger la piedra exterior de la humedad y las grietas durante las heladas de invierno. Además, existe una carta escrita por el congresista Abijah Bigelow en 1811 en la que usó el término Casa Blanca para referirse al edificio.
Lo que sí es cierto es que el incendio provocado por los británicos en 1814 dañó gravemente la estructura y obligó a una reconstrucción que duró hasta 1817. Durante este proceso se volvió a pintar la fachada de blanco y se añadieron algunos elementos decorativos como las columnas. A pesar de que el color blanco ya era popular entre la gente, no fue hasta 1902 cuando el presidente Theodore Roosevelt decidió rebautizar oficialmente la casa presidencial como La Casa Blanca.
Desde entonces, la Casa Blanca ha sufrido varias remodelaciones y ampliaciones para adaptarse a las necesidades y gustos de los diferentes presidentes y sus familias. Algunas de las más importantes fueron la construcción del Despacho Oval en 1902, el Balcón Truman en 1948, la Sala de Crisis en 1961 o el Ala Oeste en 1909. Hoy en día, la Casa Blanca cuenta con seis plantas, 132 habitaciones, 35 baños, 28 chimeneas y siete ascensores. Es uno de los símbolos más reconocibles de Estados Unidos y una atracción turística para millones de visitantes cada año.