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¿Por qué los papas cambian de nombre?

Cuando un cardenal es elegido papa, una de las primeras cosas que hace es escoger un nombre distinto al que tenía antes. Esta costumbre se remonta al siglo VI y tiene varias explicaciones posibles.

Una de ellas es que el cambio de nombre simboliza una nueva identidad y misión al frente de la Iglesia Católica. Se basa en los ejemplos bíblicos de personas a las que Dios o Jesús les cambió el nombre para indicarles su vocación o destino. Por ejemplo, a Abrám le cambió el nombre por Abraham, que significa «padre de multitudes»; a Saraí le cambió el nombre por Sara, que significa «princesa»; y a Simón le cambió el nombre por Pedro, que significa «roca» y le confió las llaves del Reino de los Cielos.

Otra explicación es que el cambio de nombre se debe a una cuestión de respeto y decoro. El primer papa que adoptó un nombre diferente fue Juan II, en el año 533. Su nombre original era Mercurio, como el dios pagano del comercio, y lo consideró inapropiado para un sucesor de San Pedro. Por eso, eligió el nombre de Juan en honor a su predecesor Juan I, que había sido mártir. A partir de entonces, muchos papas siguieron su ejemplo y cambiaron sus nombres por otros más acordes con su dignidad y función.

Además, hay otros motivos que pueden influir en la elección del nombre papal, como honrar a algún santo, mártir o papa anterior; expresar alguna devoción o preferencia; o manifestar alguna intención o propósito. Por ejemplo, Juan Pablo II escogió su nombre en homenaje a sus dos predecesores inmediatos, Juan XXIII y Pablo VI, que habían impulsado el Concilio Vaticano II; Benedicto XVI escogió su nombre en referencia a San Benito, patrón de Europa, y al papa Benedicto XV, que trabajó por la paz durante la Primera Guerra Mundial; y Francisco escogió su nombre en honor a San Francisco de Asís, el santo de la pobreza y la ecología.

En conclusión, los papas cambian de nombre siguiendo una tradición que tiene varios siglos de antigüedad y que responde a diversos motivos religiosos, históricos y personales. El nombre papal es una forma de comunicar al mundo su identidad y su misión como líderes de la Iglesia Católica.